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LUIS SEOANE

29 de agosto - 20 hs

Sala "Justa Díaz de Vivar"

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El Instituto de Cultura de la Provincia de Corrientes, el Museo de Bellas Artes "Dr. Juan R. Vidal" presentan esta muestra sobre Luis Seoane en la cual podrán verse obras del patrimonio del Museo y de la Colección Luis Niveiro, junto a catálogos y libros sobre Seoane, que conforman el futuro acervo del Museo de Arte Contemporáneo de Corrientes -ÑANDE MAC-.La inauguración será el 29 de agosto a las 20 hs. en la Sala "Justa Díaz de Vivar.

Luis Seoane (1910-1979) nació en Buenos Aires, hijo de emigrantes gallegos, pero volvió de niño a su patria de origen. Estudió Derecho en Santiago y comenzó a exponer y a publicar dibujos, al mismo tiempo que iniciaba un duradero compromiso cultural y político con el galleguismo. La Guerra Civil le empujó al exilio, para recomenzar su vida en otra patria, Argentina, de donde nunca regresaría definitivamente, aunque desde comienzos de los años sesenta dividía su tiempo entre las dos orillas del Atlántico.

Seoane se convirtió en pintor a partir de 1945. Desde entonces hasta 1951, su obra navega en la estela de un clasicismo picassiano, del Picasso por ejemplo de la Suite Vollard, con sus deformaciones anatómicas y su ambición monumental, en series como el Homenaje a la Torre de Hércules y El ceñidor de venus desceñido. Las líneas fluidas, orgánicas, envolventes no se reducen a la superficie decorativa, sino que sugieren unas formas rotundas, como en el magnífico Desnudo de 1950. Al trasladarse a la pintura, el dibujo clasicista y monumental se alía con colores vivos y encendidos, de audacia fauve. Los temas campesinos, del mar y la emigración son ecos de la tierra, pero muy lejos de los tópicos que el costumbrismo y el regionalismo romántico asigna al noroeste español. Véase si no esa deliciosa Ofrenda al mar, que en vez de brumas ostenta una radiante claridad mediterránea.

Entre 1951 y 1953 se da, como explica Bozal, un momento de transición cuando Seoane se entrega al paisaje. Al pie de los Andes, la geología le sugiere cuerpos, opulentos cuerpos femeninos recostados. Luego pintará también vistas urbanas, como ese Suburbio de Buenos Aires donde late el ejemplo de Torres García, otro artista preocupado por injertar signos arquetípicos en el tronco del lenguaje moderno. En esta etapa, la obra gráfica adquiere una importancia muy marcada y anuncia un lenguaje de creciente abstracción. Aquí está el famoso anuncio de Cinzano, composición pura de planos geométricos al modo constructivista.

Desde 1954 Seoane reintegra los temas campesinos. Su amigo Maside le previene contra el formalismo de la abstracción moderna, que amenaza la expresión de las raíces. Pero la suerte está echada: en adelante, y sin renunciar a las figuras de mariscadoras, de emigrantes, de campesinos en rebelión, el pintor avanza hacia una depuración plástica creciente, con el uso cada vez más franco, más puro de los recursos plásticos, explotando el desajuste entre línea y plano de color: con matizados ocres y azules o con verdes y naranjas furiosos...

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